
Sigo nuevos pasos.
Desaprendo el sinuoso camino que he dejado atrás
cuando nuevas gotas de colores
cambian el arco iris de mi vida.
Ahora no elijo el sendero,
sino que el sendero elige
formar una alfombra bajo mis pies
alimentándose de mis sentimientos.
La esperanza me hace caminar
sobre cálido y mullido terciopelo…
La melancolía, en cambio,
saja y desgarra mi piel
con pequeñas y afiladas puntas de cristal.
Pasa de forma irrefrenable el tiempo
y observo, entiendo y aprendo
que toda esperanza es inexistente,
pues en manos de un impredecible destino
una lluvia de intensa imaginación
designa de forma inconsciente
una barrera infranqueable,
un final irrenunciable,
un alto en el camino.